Carolina Martínez: PULSO
DEL 31 AGO AL 28 SEP, de lunes a viernes, de 17:30 a 20:30. INAUGURACIÓN: 31 AGO 20:00.
Carolina Martínez es una fotógrafa ferrolana, bien conocida en nuestro entorno del noroeste por sus comisariados en el Outono Fotográfico, su participación en el colectivo Papel de Calzoncillo o su fotolibro All Tomorrow Parties (Cousa Nostra, 2017) así como otras actividades culturales insurgentes como la organización de los eventos musicales de Sofar.
PULSO versa sobre la territorialización medicalizada del cuerpo femenino. Del emerger de la conciencia orgánica, animal, a la que la ciudadanía cose una túnica inexpresiva próxima a convertirse en mordaza, primero y, después, en mortaja.
Las geografías interiores que se forman y crecen con ritmos particulares y personales pocas veces llegan a conocerse del todo. Es algo que evoluciona lentamente y que va cambiando silenciosamente a aquel que las porta, sin que pueda ni siquiera verbalizar qué pasa ni encontrar empatías en el otro.
La geografía de lo femenino siempre ha sido una orografía que domesticar. Arrojada siempre hacia la visión del otro y enjuiciada bajo la propia mirada del habitante, siempre es campo de batalla.
El día de San Juan del año 2020, el mismo día que la pandemia nos dejaba coger un coche y viajar después de un impasse de shock y pánico, me desplacé a Sevilla para someterme a un tratamiento y poner así fin a un problema que me tuvo más de un año aquejada de anemias eternas, apatía, dolores insoportables y que me sometió a un desapego de lo femenino que me hacía sentir mi cuerpo como una cárcel. Una cárcel doliente y limitante en la que habitar en un pulso continuo. En este escenario, tuve que aprender a convivir entre la impotencia física y la asfixia mental a la que me sometían tratamientos ineficaces que me tenían medicalizada, hormonada y sangrante.
Un pulso que es una lucha de fuerzas, pero también es energía, luz, …. El dolor a mí me parecía uno de esos pulsos de energía: breve y de alta intensidad. Pequeñas anomalías en una gráfica plana que, sostenidas en el tiempo puede ser devastadoras. Pulsos que son puntadas en un vientre acariciado por anguilas que llegan a ocupar hasta el pecho electrocutando todo a su paso.
Desde este desapego, tuve que aprender a transitar por mi propia geografía corporal y mental, la cual fui racionalizando en mis viajes de norte a sur de la península comparándola con las llanuras, despeñaderos, montañas y praderas que he tenido que ir dejando a mi paso.
Un cuerpo como un mundo a conquistar.